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"Su ausencia se hará notar, pero la felicidad que ha dejado detrás de si nunca desaparecerá del todo."
Anónimo
La pérdida de un cónyuge en la tercera edad es una de las experiencias más dolorosas. Después de compartir muchos años con la pareja, es normal que su ausencia venga acompañada de angustia, miedo, soledad, entre otras sensaciones físicas y emocionales normales en el duelo.
Aunque el proceso de aceptación puede ser intenso, es importante recordar que el mundo ha cambiado y se requiere tiempo para sanar y resignificar los recuerdos, proyectos, tareas y obligaciones sin la presencia del ser amado.
Emprender nuevos retos, confrontar situaciones estresantes o, simplemente, hacerle frente a la cotidianidad, suele ser más fácil en pareja. Por eso, es lógico que haya desorientación, inseguridad o falta de propósito en la vida con la muerte del cónyuge. Si se ha llegado a la vejez juntos, el sentimiento de vacío puede predominar.
El duelo es el proceso que ayudará a superar las emociones negativas (ansiedad, culpa, soledad, tristeza), dando la oportunidad de transitar cada una de manera saludable hasta el recuerdo viva sin dolor. Además, ayuda a revalorizar el hoy y priorizar aquello que será significativo en el futuro, por ejemplo, disfrutar de más momentos con los hijos, aprender o conocer cosas nuevas o prestar más atención al cuidado de la salud. No importa la edad, siempre es buen momento para redescubrirse tras la muerte del cónyuge.
La forma en que una persona enfrenta el duelo depende de los recursos emocionales y conductuales que ha desarrollado a lo largo de su vida. Sin embargo, se cree que los adultos mayores tienen una
mayor capacidad de resiliencia ante la muerte de su cónyuge por ese motivo. Han atravesado múltiples pérdidas (laborales, relaciones, hijos, proyectos, etc.), que les ha enseñado a transitar los cambios de una manera más consciente.
No obstante, es necesario estar al pendiente de su comportamiento. Si bien, el adulto mayor requiere su espacio para procesar la pérdida de su pareja y el tiempo suficiente para decidir cómo quiere continuar con su vida, también puede enfrentarse a un duelo retardado (comportarse como si nada hubiera pasado) o inhibido (centrar su cuidado en otra persona de forma obsesiva), lo que en un futuro puede traer tristeza profunda o estados de humor volátiles, pensamientos rumiantes o compulsivos, malestares físicos inexplicables, como dolor de cabeza o problemas digestivos, entre otros.
La reacción ante la pérdida también dependerá de cómo sucedió la muerte de su pareja: enfermedad terminal, accidente u otras condiciones propias de la vejez. En algunas situaciones es probable que haya sensaciones de culpa por continuar vivos o enojo por sentirse abandonados por su pareja.
Ahora bien, aunque el duelo no discrimina por género, algunos autores consideran que el duelo por la pérdida del cónyuge en las mujeres arrastra otras complicaciones. Si es dependiente en su totalidad del esposo, aparece un
intenso estrés financiero y el reajuste de roles familiares.
Existen diferentes estrategias que las personas adultas mayores viudas usan para afrontar la pérdida.
El duelo por la pérdida de un cónyuge en la tercera edad es uno de los desafíos más profundos que una persona puede enfrentar. Recordar y honrar a tu ser querido, mientras encuentras un nuevo propósito y significado en tu vida, puede ser un paso importante hacia la sanación. En los momentos de búsqueda de paz, consuelo y fortaleza, te recordamos que en Memorial San Ángel estamos contigo.
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