La muerte es un estado temporal porque vamos a resucitar. No es una despedida definitiva. Esa es la creencia de los Testigos de Jehová, quienes afrontan con serenidad y esperanza el fallecimiento de sus seres amados. Esta vertiente del cristianismo, que se caracteriza por hacer su propia interpretación de la biblia, no tiene ritos funerarios particulares.
Los Testigos tienen su origen como religión en 1879 cuando el economista estadounidense Charles Taze Russell (1852-1916) convocó a un grupo a analizar la Biblia, se les llamaron inicialmente «Los estudiantes de la Biblia». Según su interpretación de las Sagradas Escrituras, la muerte es un enemigo del que los salva Jehová su creador, a quien llaman Rescatador. Dicha salvación es la certeza de la resurrección.
Cada cual puede elegir donde llevar a cabo la ceremonia de velación, bien sea en un Salón del Reino –sus espacios de congregación-, una casa o una funeraria. La reunión suele girar alrededor de oraciones y discursos sobre la biblia y sus promesas de resurrección, que por lo general exaltan las cualidades y enseñanzas de vida que deja la persona que ha muerto. Es común, además, que se entonen cánticos inspirados por las Sagradas Escrituras.
El rito se enfoca en recordar que a quien se fue se le están abriendo las puertas de un mundo mejor. No es un momento festivo, claro, hay pesar y dolor, pero sus creencias les otorgan la certeza de que hay algo más allá. Los velatorios se convierten en ceremonias de empatía entre los asistentes, en la suma de los momentos precisos para brindar consuelo a los dolientes.
Dichos fieles creen que los muertos ya no sienten ni sufren. Que ya su alma no está en el cuerpo que dejaron. Por eso evitan prácticas que evoquen a los muertos como si continuaran presentes de alguna manera o influyeran en nuestra vida: se abstienen de hacer ofrendas y dedicar misas a los fallecidos, no celebran aniversarios luctuosos y tampoco acostumbran «pedirles» a los difuntos favores especiales.
Las creencias de los Testigos de Jehová resaltan el sentido de la modestia y la humildad, entonces invitan a llevar a cabo funerales sencillos y sobrios, exentos de cualquier tipo de símbolo religioso. Sus ataúdes y urnas de cenizas suelen ser poco elaborados, así como los espacios carecen de adornos y la forma de vestir de las personas destaca por la simpleza o poca decoración.
Sus funerales, sobrios y solemnes, bien pueden realizarse en capillas ecuménicas como la de Memorial San Ángel. Un espacio neutral, cómodo y abiert o a la diversidad de credos, ideal para todo tipo de velaciones y homenajes que abre las puertas y acompaña con empatía y profundo respeto en los momentos más tristes.
Se encuentran los mejores aliados para vivir la despedida como la merece la persona que se fue, siempre de acuerdo a sus creencias religiosas y postura frente a la existencia y la muerte. Memorial San Ángel, siempre, contigo hasta el final…
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